
Los primeros cinco minutos de la primera mitad fueron de los de Oceanía, pero ni bien los delanteros alemanes contaron con una ocasión, se desmoronó el planteo del débil equipo australiano. A los 7, Klose se perdió un mano a mano en soledad, pero sólo 50 segundos más tarde, Podolski puso las cosas en su lugar con un golazo que hizo olvidar las críticas a la pelota mundialista. El resto del primer tiempo fue todo de Alemania: Podolski no pudo aumentar a los 23, pero a los 26 un cabezazo de Klose -gracias a la mala salida del arquero Schwarzer- terminó en la red. Con Ozil como abanderado del buen fútbol germano, Australia no pudo controlar los embates por la derecha y se vio superado ampliamente.
El segundo tiempo pareció una copia perfecta de lo sucedido en los primeros 45 minutos, pero el buen nivel alemán volvió a desarmar cualquier intento del perdedor. Muller, después de sacarse de encima a un defensor australiano, amplió las cifras a los 22, mientras que el ingresado Cacau cerró la goleada dos minutos más tarde, tras recibir la pelota en el punto del penal gracias a un centro que llegó desde la izquierda.
La expulsión de Cahill, a los 11 del segundo tiempo, no influyó en un resultado que jamás estuvo en discusión; como tampoco estuvo la tarjeta roja, tras una falta desde atrás.
En un inicio del Mundial con pocos goles, Alemania festejó a lo grande y se puso el traje de candidato ante un equipo australiano que prometió más de lo que mostró en el campo. Con contundencia, la goleada hizo justicia con el trámite del cotejo.