Santiago de Chile -


No fue el mejor partido de la 'Roja' ni mucho menos, pero qué importa si el objetivo se cumplió. El cuadro de Bielsa cayó 2-1 ante España, pero igual se clasificó. Mucho errores y ansiedad en la primera parte, provocaron una caída que lleva a la 'Roja' a jugar con Brasil este lunes.
Una España de color gris oscuro tirando a negro se salió con la suya, tragó saliva y se plantó en octavos con una tarjeta de presentación llena de borrones. De borrones y de miedos razonables. España sonríe, pero ya no brilla ni ciega su diente de diamante. Su victoria frente a Chile es un tirón de orejas para el propio fútbol: mientras peor juega más avanza.

Claro que también el fútbol avisa de que otra como ésta y lo más probable es que se le pinche el globo. En la próxima estación le espera Cristiano Ronaldo al frente de una Portugal que no ha recibido ni un solo gol. Tampoco es nada del otro jueves, que nadie vaya a pensar, pero debería ser ése el día en que los de Del Bosque recuperen la sonrisa, el pase fresco y el gusto por el juego que perdieron no se sabe bien dónde y cuándo.
Mucho meternos con el 'malvado' Jabulani durante todos estos días, pero a este paso vamos a tenerle que hacerle un monumento. Porque la pelota del Mundial se portó como los mejores cuando David Villa le pegó con la zurda desde 45 metros. Fiel a la intención y al efecto que le imprimió el delantero que nunca pasa de moda, España se soltó de golpe y porrazo de los brazos de Chile, que le estaba pegando un baile de campeonato. Jabulani entró sumiso y sin tonterías en el minuto 25.
Hasta ese instante, la selección del 'tiqui-taca' estaba siendo la del 'tocomocho'. Por primera vez en muchísimo tiempo, daba angustia verla correr de un lado a otro del campo sin ningún sentido, con la lengua hasta el suelo y los ojos fuera de las órbitas. España estaba perdida. ¿Cómo es eso de la suerte de los campeones? Debió ser eso. Hasta ese instante, el espídico once de Chile, con la capa del 'Chapulín Colorado', había logrado descolocar desde Piqué hasta Torres. Nada por aquí, nada por allá.
Si hubiera habido tiempos muertos, Del Bosque habría tenido que pedir uno por minuto. A los chilenos les sobraba todo el campo que le faltaba a España, asfixiada por una presión a los pies del mismo Casillas. Xavi no recibía, no recibía Iniesta... No recibía nadie. Y llegó el 'milagrito del Niño Jesús'. Al gol de Villa le siguió un momento de relax y la irritación de la escuadra de Bielsa, decidido a no rendirse.
Con demasiados pies a ras de suelo, Chile se había ido llenando de tarjetas, y en una de tantas, Estrada se ganó tontamente la segunda. Fue en la jugada del 2-0, un movimiento coral de Torres, Iniesta, Villa y de nuevo Iniesta para marcar. El azulgrana es no de los poquísimos que siguen recordando aquel equipo virtuoso y de seda. Al vestuario se fue España con 10 jugadores y medio porque Alonso recibió un pisotón de Medel que le dejó temblando.

Chile da el susto en la reanidación

Lejos de venirse arriba, a España se le atragantaba la decena sudamericana de mala manera. Los quejidos del centro del campo se podían escuchar desde las gradas. Los dos goles estaban teniendo una digestión pesadísima. Tanto que, Casillas recibió el 2-1 sin darse ni cuenta. El disparo desde la frontal de Vidal rebotó en Piqué y entró por donde le dio la gana. El niño, que intervino de refilón en los dos goles, dejó su sitio a Cesc.
Más centro del campo, más bomberos para un incendio de baja intensidad, pero imposible de apagar del todo. España ganaba, pero estaba siendo muy pequeñita. Y volvió a provocar esa sensación de angustia, la de un gran artista en sus momentos de retirada, la del canto del cisne. Hay una realidad que es incontestable, y luego están las teorías para explicarlas: la selección española ya no enamora. Sí, liga de oficio, pero no vuelve locos a los chicos.
Puede que necesite un respiro, un par de meses en Incosol, pero un Mundial no concede tiempo para eso. Y es posible que siga ligando un montón de aquí al 11 de julio, pero mucho tendría que mejorar en sus maneras. El miedo no es pues sólo por un partido torcido desde el principio, sino porque esta España está formada por jugadores que se hicieron campeones aferrados a una idea, a un estilo que en Sudáfrica no han recuperado. Sólo recuperarán esa fe si recuperan su juego, y visto lo visto parece realmente complicado.