La victoria ante Costa Rica en Lens no ha apagado el clamor que hay en contra del seleccionador. Los defectos del 4-3-3 por el que apuesta ahora Raymond Domenech aparecieron de forma evidente en el estadio tunecino de Rades. Con este sistema aumenta la fragilidad defensiva: el equipo se parte en dos y se expone demasiado a los contraataques del rival.
El atractivo de alinear de salida cinco jugadores de corte ofensivo (Gourcuff, Malouda, Govou, Ribéry, Anelka) y Toulalan de pivote único se quiebra debido a esa debilidad para contener las ofensivas del adversario.
El gol del tunecino Jemma descubrió a las claras este defecto francés. La combinación entre Darragui y Ben Kalfallah desestabilizó totalmente a la zaga tricolor, antes de la apertura al segundo palo donde el delantero acertó a marcar a los seis minutos de partido. Como en el primer gol de Costa Rica, falló Abidal, aunque el problema parece más bien global.
Los de Domenech no tienen un centro del campo fluido y su juego es aburrido, pesado y cansino. Tanto es así que hasta el genial Gourcuff parece una mala copia del jugador que deslumbra en el Girondins. Una generación que parece que llega a su fin y un seleccionador eternamente cuestionado no es la mejor receta para afrontar con garantías un campeonato del Mundo.
Francia debe cambiar de forma urgente, y debe hacerlo en todas sus líneas. Lloris por fin ya es fijo bajo los palos, ahora sólo falta que los Ribery, Malouda y compañía se 'enchufen' y quieran.
En el minuto 63, Gallas aprovechó un error del portero tunecino para marcar el definitivo 1-1, abortando el tempranero tanto de Jemaa. Encuadrada en el Grupo A, Francia se medirá a Sudáfrica, México y Uruguay.