Santiago de Chile -
El francés Stéphane Lannoy no estuvo a la altura del encuentro y cometió graves errores como la mano de Luis Fabiano en el segundo gol brasileño, y la permisividad con el juego brusco de los marfileños
Los arbitrajes del Mundial casi habían pasado desapercibidos, lo cual siempre es una buena noticia. Excepto en los partidos Estados Unidos-Eslovenia e Italia-Paraguay, no se registraron polémicas desencadenadas por los jueces.

Sin embargo, hoy, el francés Stéphane Lannoy cumplió una pésima tarea y su jerarquía lejos estuvo de un partido de una copa del mundo. Primero, convalidó incorrectamente el segundo gol de Brasil, luego de que el delantero Luis Fabiano bajara la pelota dos veces con su antebrazo. La primera vez puede interpretarse como no intencional, pero la segunda fue notoriamente adrede.

Además, no hizo caso a las recomendaciones de la FIFA para que prevalezca el fair play. Dejó crecer el juego brusco de Costa de Marfil que comenzó a castigar el jogo bonito de los brasileños. No advirtió un planchazo de Cheick Ismael Tiote a Elano, quien terminó abandonando el campo de juego. Finalmente, el mediocampista no sufrió ninguna lesión aunque no pudo terminar el partido.

En otra jugada similar, Kader Keita, le propinó otro planchazo al lateral Michel Bastos. Esta vez, el árbitro galo sancionó la falta pero sólo amonestó al africano. La violencia fue en ascenso y se sucedieron pequeñas grescas entre los jugadores. En una de ellas, Kaká terminó viendo la roja por doble amarilla, por una infantil agresión. Cabría preguntarse si tal acción hubiese acontecido de no ser por la permisividad del juez quien, con su pasividad, alimentó un espiral de violencia en el desarrollo del juego. Afortunadamente, para Stéphane Lannoy, Brasil hizo los méritos suficientes como para que no se cargue sobre sus hombros la responsabilidad de la victoria verdeamarela.